BIENVENIDO A LOIMAR

La mística del ladrillo en el sueño de la casa propia

Nadie pensó que una empresa constructora de edificios surgida en Capital Federal, en el año 1964, seis años después se proyectaría con la fundación de la más emblemática fábrica de ladrillos huecos cerámicos de nuestra ciudad. En aquellos días el hacedor de esta obra, el Ing. Bernardo Juan Loitegui, estudió el mapa de la Provincia de Buenos Aires buscando un sitio estratégico para el desarrollo de la naciente empresa. Y allí, sobre un predio de 30 hectáreas ubicado a pocos kilómetros de la VI Brigada Aérea, nació Loimar. “Tandil reunía diversas condiciones que favorecían la instalación de una fábrica de ladrillos, entre ellas la cercanía de la materia prima y la provisión de energía: nuestro vecino, Gas del Estado en aquel entonces, tenía una estación de rebombeo para el gasoducto San Martín que favorecía la ubicación de la planta en ese predio. De a poco se verificó que se cumplía la mayoría de las condiciones”, evoca el Ing. Juan Loitegui, hijo del fundador y actual presidente la empresa.

Se comenzó con la importación, desde Alemania, de una fábrica totalmente automatizada destinada a tal efecto, que se instaló en el predio de 30 hectáreas. Loimar nació al mercado en 1970, con un solo producto: el ladrillo hueco cerámico de 8x15×20 cm. “Se comenzó a trabajar con tecnología alemana. La maquinaria Lignl garantizaba una producción de 6.500 toneladas de ladrillo por mes”, Cuenta el presidente. Bajo su gestión la empresa diversificó su producción, agregando al ladrillo original otros productos. En 1989 la firma añadió una nueva línea de producción y dio comienzo a la elaboración del Piso Fiorentino, un piso cerámico de 35 por 35 cm. de distintos modelos según la textura de la superficie. Con el paso del tiempo se agregaron procesos y nueva tecnología para producir accesorios de piso, también llamados piezas especiales. En 1995 se construyó la Planta C, con capacidad para adicionar otros 45 mil metros cuadrados de piso cerámico y posibilitar la fabricación de tejas francesas esmaltadas. Ladrillo, pisos, piezas especiales y tejas conforman la oferta de Loimar, que resume los principales productos de cerámica roja para la construcción. Actualmente se añaden los paneles de ladrillos cerámicos. La empresa se apoya en un avanzado sistema industrializado de construcción, siempre con el ladrillo como fortaleza vital. En el trabajo se expresa la identidad y la fuerza motora de una fábrica que mantiene su producción las 24 horas del día a través de tres turnos laborales. Esta operatividad convierte a Loimar, en uno de los principales productores de cerámica roja para la construcción en el país, La producción se distribuye en el centro y el sur de la provincia de Buenos Aires. ¿Y Tandil? “La ciudad ha crecido tanto que el desafío actual es poder abastecerla sin correr el riesgo de dejar de proveer al resto de nuestros distribuidores. Pero es obvio que Tandil, por pujanza, afecto y pertenencia, es una de las prioridades de la fábrica”, señala el Ing. Edo.

Cincuenta y dos años después de su fundación, Loimar respeta el sueño original de su fundador. Don Bernardo Juan Loitegui fue un referente indiscutido de la industria, presidente y fundador de la Asociación de Empresarios de la Vivienda, hombre público que ocupó el cargo de presidente del Directorio de Obras Sanitarias durante la gestión de Arturo Frondizi y autor de varios libros sobre su especialidad.

También se lo recuerda por ser autor de la Ley de Fondo de Desempleo de la Construcción. Innovador, creyente profundo y emprendedor nato, su legado se extiende desde los más de 3.000 departamentos levantados en la ciudad de Buenos Aires a través de la firma Loitegui SA, hasta su fábrica de Tandil. Loimar también representa un alto valor sentimental para nuestra ciudad. a partir de sus míticos ladrillos se han levantado y se levantan centenares de viviendas de hogares tandilenses, con lo cual bien podemos decir que la empresa no sólo fue vital para el desarrollo de la industria local, sino que logró instalarse en el corazón de los vecinos que hicieron realidad el sueño de la casa propia.